En 1998, la IFC publicó su primer manual de prácticas recomenda- das, titulado Doing Better Business through Effective Consultation and Disclosure. Desde entonces, la continua colaboración con nuestros clientes de mercados emergentes nos ha permitido pro- fundizar en medida apreciable nuestras reflexiones sobre la impor- tancia que revisten las relaciones con los actores sociales para todos los demás aspectos relativos al desempeño ambiental y social. Y no estamos solos en esta transformación. Ahora, tanto el sector privado como los inversionistas financieros entienden mejor los riesgos que conlleva una relación precaria con los acto- res sociales y las oportunidades que se abren cuando esa relación es constructiva. Las empresas que han comprendido la importancia de establecer y mantener relaciones con las comunidades afecta- das y otros actores sociales a lo largo de la vida de sus proyectos, y no solamente durante la fase inicial de los estudios de factibili- dad y evaluación, están cosechando los frutos, reflejados en una mejor gestión del riesgo y resultados más positivos en el terreno. A medida que va cambiando el enfoque con respecto a las consul- tas y el acceso a la información —que dejan de ser un medio a corto plazo para cumplir las normas establecidas y las exigencias de los prestamistas, y se convierten en un conducto más estraté- gico y a largo plazo para entablar relaciones, mitigar los riesgos e identificar nuevos negocios—, surgen nuevos planteamientos y modalidades para establecer tales relaciones.